martes, 30 de marzo de 2010

Los dirigentes de las grandes naciones antiguas tenían a los Annunaki por sus dirigentes.
Su filosofía era unánime: gobernaban para el Buen Vivir.
Aunque se formen confederaciones de pueblos, cada uno ha de transmitir su propia historia, ha de interpretar su propia música, ha de vestirse con identidad, practicar su propia cultura, hablar su idioma, aprender a aprovechar con respeto sus recursos naturales.
Sus códigos han de establecer los propios principios ético–morales: Ser trabajador, no mezquinar el esfuerzo. Ser sincero y confiable. Ser leal. Conformar en torno una forma de vida buena, grata, armoniosa, sin maledicencias ni especulaciones, y seguir el camino luminoso.
“Para los que pertenecemos a la cultura de la vida lo más importante no es la plata ni el oro ni el hombre, porque él está en el último lugar. Lo más importante son los ríos, el aire, las montañas, las estrellas, las hormigas, las mariposas (...) El hombre está en último lugar, para nosotros, lo más importante es la vida”.
En cada una de aquellas diversas culturas antiguas existía una fuerte aspiración a alcanzar la plenitud del Ser y que se mueve en armonía con la naturaleza. El Vivir Bien da prioridad a la naturaleza antes que al humano.

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