Los Kami: seres con poderes superiores.
Concepto de "Kami": tiene el significado de algo superior, de potencia sobrehumana.
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Lo sierto es que asemejan demasiado a los extraterrestres verdes, seres diminutos que manejan las naves interestelares. Testimonios de testigos directos afirman que estos seres producen un brillo fosforescente en la oscuridad. Se desplazan con mucha rapidez y poseen poderes telepáticos. Son de pequeño tamaño, verdes y con grandes orejas puntiagudas; pueden recordarnos a los duendes.
El Kami es invisible en nuestra conciencia normal pero ejerce su influencia sobre nuestro universo y se le debe ofrecer culto.
Reside en objetos naturales o en otros hechos por la mano del hombre: montaña, árbol, animal, roca, relámpago, espada, espejo.
El espejo es como soporte material del Kami, potencia invisible, oculta, sagrada que reside en él.
El número de los Kami es infinito; todo lo que tiene un carácter extraño, eminente, peligroso o mágico es Kami;los emperadores; los hombres potentes, ilustres, los genios humanos excepcionales, los grandes guerreros, todos llegan a ser Kami después de su muerte.
En el shintoísmo hay una división clásica entre los Kami celestes, Ama-tsu-kami, y los Kami terrestres, Kuni-tsu-kami; las interpretaciones actuales afirman que los Kami terrestres conservan la tierra en su estado actual y la protegen contra las influencias hostiles, y los Kami celestes traen a la tierra las influencias divinas.
En el culto el concepto de Kami es a veces impreciso; el mismo Kami tiene nombres distintos y, al contrario, un solo nombre puede designar a varios Kami adorados colectivamente; un Kami puede ser uno o varios, de acuerdo con los templos.
Se han intentado varias clasificaciones de los Kami del shintoísmo; una los divide en cuatro clases:
- los Kami de la tierra,
- los dioses,
- los hombres ilustres
- los Kami del universo.
Existen Kami malvados, inferiores, demoniacos, los ashiki-Kami, espíritus de apariencia terrorífica, con cuerpo semi-humano y grandes poderes; se les llama Oni.
Según algunos escritores japoneses, los Kami simbolizan e individualizan las fuerzas vitales que animan el universo; son, a la vez, las fuentes de la vida humana y las de la vida de toda la naturaleza, de todo el cosmos.
Según el libro Kokiji, la jerarquía de los Kami, dioses y seres superiores, es la siguiente, de acuerdo con el orden de creación del universo:
1. En primer lugar está el Kami dueño del centro del cielo, Ame-no-minaka-nushino-kami;
2. Después, la dualidad primordial de la creación que recuerda al yin y al yang del taoísmo (v.) chino, los Kami que representan los aspectos masculino y femenino del cosmos.
3. Viene después la pareja de los Kami creadores de la tierra y de todo lo que contiene, así como de los otros Kami: el dios Izanagi-no-mikoto y la diosa Izanamino-mikoto. Entre sus numerosos hijos podemos citar a los Kami del viento, del mar, de las montañas y del fuego, cuyo nacimiento provocó la muerte de su madre, Izanami. De su cadáver nació el Kami del agua. Izanagi intentó reunirse con su mujer en los infiernos, pero no lo logró, y, estando impuro por este viaje, tuvo que purificarse legalmente. De las lustraciones nacieron muchos Kami, entre los cuales hay dos muy especializados que tienen un papel importante en el culto del shintoísmo: Amaterasu-ó-mikami, la diosa del sol que ocupa ahora el primer puesto en el panteón del shintoísmo, y su hermano Susano-wo-no-mikoto; la lucha entre ellos va a ocupar gran parte de la mitología del shintoísmo. El Dios supremo, Ame-no-minaka-nushi, sin embargo, no tiene padre, madre, mujer o hijos, no está antropomorfizado, no tiene mitología, ni tiene culto ritual organizado.
Susano-wo fue encargado por su padre de gobernar la tierra, mientras que su hermana dirigía el cielo; Susanowo buscó a su hermana, de quien estaba enamorado, con tanto empeño que Amaterasu tuvo que esconderse en una caverna, de donde los otros Kami tuvieron muchas dificultades para sacarla. Vuelto a la tierra, Susano-wo tuvo muchos hijos, muchos Kami, algunos de los cuales tienen numerosos santuarios: p. ej., Kami de la agricultura, de la alimentación. Por fin, y después de la pacificación de la tierra, los Kami celestes pudieron bajar y tomar posesión de ella. A su cabeza estuvo el príncipe Ninigi, nieto de Amaterasu, la diosa del sol; entre las dos esposas del príncipe se contaba Kono-hana-saku-ya-hime, que llegó a ser la diosa del monte Fujiyama, la montaña más sagrada del Japón.
Uno de sus hijos se casó con una hija del Kami del mar; la hermana de esa hija, Tama-yorihime, tuvo un hijo, Jimmu-tennó, que fue el primer emperador terrestre del Japón. Empieza entonces la larga lista de los Kami «históricos», emperadores, hombres ilustres, de grandes virtudes y devoción a la patria; son también Kami las familias importantes y las personas de valor extraordinario que merecen este homenaje popular. Los grandes soldados muertos por la defensa del Japón son Kami; el templo sinto (o mejor dicho, shintó) de Yasukuni-jinja de Tokio recuerda la memoria de todos los japoneses muertos durante las guerras.
Los Kami no son ni omnipotentes ni omniscientes; cada uno dispone de ciertos poderes, shintoku, una cierta especialización en los poderes sobrehumanos.
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