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Dice Gilberto Alvarado Montoya, en su libro, Sébaco:
“Cuenta la leyenda que en un antiguo pueblo azteca asentado a orillas del Río Viejo existió una hermosa mujer, esposa del Señor principal.
Se decía que esta mujer, de procedencia extraña y misteriosa, acostumbraba ir todos los viernes a un determinado lugar del río llevando abundantes alimentos, aves ricamente preparadas y sabrosas bebidas. La leyenda sigue diciendo que uno de los servidores del cacique, extrañado por el comportamiento de la mujer, determinó seguirla a prudente distancia. Lo que vio ese día lo aterró tanto que echó a correr y fue a contárselo a su señor. El cacique no dijo nada a su mujer fingiendo ignorar. El siguiente viernes, la siguió confirmando lo que le dijera su servidor. Vio, según la leyenda, que sentada en una piedra junto al río golpeaba con su mano el agua, emergiendo impetuosamente al llamado una inmensa serpiente que tenía su cueva en el mismo río.
El terrible reptil posaba su inmensa cabeza en las bellas piernas de la mujer y una vez alimentada, serpiente y mujer se entregaban al placer sexual. El indignado esposo mató a la infiel mujer. La enfurecida serpiente agitó las aguas del río y su corriente destruyó el milenario pueblo.
Según la leyenda, los sobrevivientes reconstruyeron su pueblo, el cual dieron por llamar Cihua Coatl, que en lengua náhualt significa "Mujer Serpiente". Y desde entonces, en la antiquísima región de Sébaco se adoró como divinidad a la serpiente mujer, gran diosa de pueblos de Mesoamérica, adorada por los nahoas o nahuas.
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